jueves, 5 de enero de 2017

Olores y sabores, Des odeurs et des saveurs, Cheiros e sabores, Smells and flavours

Podría enunciarse como un deseo o como una resolución de principio de año : detenernos para sentir el aroma de una flor, saborear algún fruto nuevo, tener conciencia de que estamos vivos. Brasil es un país que nos abre los sentidos, todo despide un aroma : las flores brotan por doquier, el exotismo nos invade con sus fragancias, las orquídeas cuelgan de los arboles en racimos de colores…( acaba de susurrarme un mango para decirme : “ ¡cómeme por favor! ”). El sabor de las piñas en otros lugares es un triste remedo de lo que son las piñas en Brasil, ¡pensar que antes conocíamos la piña solo enlatada!

En Brasil descubrí el acai, parecido a la uva negra, pero sus granos son aún más redondos, me gusta el acai sobretodo en sorbete; en las fuentes de soda lo sirven con cereales y banana. Otra fruta olerosa de este clima tropical es la guayaba, no soy muy fan de ella. Mi familia se deleita con la mermelada de guayaba que es infaltable sobre la mousse de queso blanco. También encontré una fruta con forma de estrella que le llaman carambola. Dicen que hace mal a los riñones a los que abusan en su consumo. Hablando de frutas debo confesar que no hay como las sandias chilenas de Paine y de la sexta región en general, si hablamos de damascos los más carnudos los he comido en el sur de Francia.

Encontré en el muro de M. Rivas un bello poema de Hilda Doolittle, poetisa de América del norte (1866 en Pensilvania- 1961 en Zurich) que habla de encontrar una belleza nueva y apela a dejar que las frutas maduren en su rama; preservando así la Naturaleza para que se manifieste intacta. Se opone a las peras envueltas en trapos, los melones envueltos en la paja de embalar. El hablante lírico se asfixia frente a tanta artificialidad. Ojalá les llegue este poema y se sientan “touchés".

JARDÍN PROTEGIDO, poema de HILDA DOOLITTLE . En inglés es Sheltered garden

Ya tuve suficiente.
Respiro con dificultad.

Todo camino termina, toda calle,
todo sendero conduce al final
a la cima de la colina –
así que aminora el paso,
o encuentra la misma pendiente del otro lado,

y lánzate. Ya tuve suficiente –
claveles, clavelinas, siemprevivas,
hierbas, berros.

Oh por el latigazo de una rama--
en este lugar
no hay olor a resina
ni sabor a corteza, a pasto común,
aromático, astringente –
sólo hay canteros y canteros de claveles perfumados.

¿Acaso han visto frutos
que busquen la luz bajo techo?--
¿las peras envueltas en trapos
protegidas de la escarcha,
los melones, casi maduros,
asfixiados en paja?

¿Y por qué no dejar que las peras se aferren
a la rama vacía?
Tanta persuasión sólo dará
una fruta más amarga –
Déjenlas aferrarse, madurar por sí mismas,
demostrar su valor,
mordidas y marchitas por la escarcha
para caer, al final, hermosas
con su abrigo rojizo.

O al melón –
Déjenlo desteñir su amarillo
bajo la luz invernal,
aunque sepa ácido –
es mejor el sabor de la escarcha –
la escarcha exquisita –
que el de la paja de embalar.

Por esta belleza,
belleza sin fuerza,
la vida se ahoga.
Yo quiero que el viento rompa
y disperse estos tallos rosados,
que arranque su cabezas fragantes y
las arroje sobre las hojas secas –
que esparza las ramitas en los caminos,
los gajos rotos.
que arrastre las ramas grandes de los pinos
y las lance desde un bosque lejano
justo encima del huerto de melones,
que rompa las peras y los membrillos--
que deje los árboles por la mitad, destrozados, retorcidos
mostrando que la lucha fue valiente.

Oh que borre este jardín
para olvidar, para encontrar una belleza nueva
en un lugar atroz
atormentado por el viento.

Hermoso, ¿verdad? Quién no ha experimentado repulsión en los supermercados al ver un tomate desteñido que huele a plástico, peor aún cuando lo llevamos a nuestra mesa.

Hablando de olores y de héroes que disfrutan oliendo tenemos a Ferdinand. Esta historia transcurre en España, la hizo popular Walt Disney. Se trata de un toro que tiene muy desarrollado el olfato y pasa el día entero fascinado sintiendo el aroma de las flores. El problema surge cuando un grupo de hombres viene a elegir el toro más bravo para llevarlo a la corrida. Desgraciadamente en ese momento Ferdinand da los berrinches más atroces pues ha sido picado por una abeja. Los hombres, pasmados al ver el potencial energético del toro, lo eligen vencedor. Deben leerlo, es magnífico, a sus niños les encantará.



Este Ferdinand me hizo pensar en Grenouille por su talento olfativo. Me refiero al libro “El perfume”de Patrick Süskin. La historia se desarrolla en Paris del siglo XVIII , Grenouille un personaje completamente outsider posee una nariz privilegiada y al mismo tiempo, y curiosamente, él no posee olor alguno. Claro que Ferdinand es una bestia bonachona y Grenouille es un asesino.

Feliz 2017, y que este año les traiga muchas lecturas sabrosas y olorosas. Felices vacaciones para los del hemisferio sur, y para los del norte mucho aguante y a disfrutar de un chocolate caliente. El sur me está llamando. Espero traerles algo interesante para febrero.